jueves, 8 de julio de 2010

Vaticalia. El paraíso de la corrupción secreta

REPORTAJE: LA NOBLEZA NEGRA DEL VATICANO


Vaticalia

Personas del entorno del Papa están implicadas en los escándalos de corrupción de la Protección Civil y de Propaganda Fide. Ha nacido un sistema de poder mixto que mezcla lo laico y lo religioso, la Iglesia y el Estado, Italia y el Vaticano, la curia con la élite civil

MIGUEL MORA 27/06/2010



Los Gentilhombres de su Santidad forman parte de la familia pontificia como el comandante de la Guardia Suiza o los clérigos que trabajan con el Papa. Antes se llamaban Camareros de Capa y Espada, y los había secretos o de honor. En marzo de 1968, dos meses antes de que en París se prohibiera prohibir, en Roma Pablo VI abolió la Corte vaticana y creó los Gentilhombres. Montini escribió con un deje de pena: "Tanto en la Iglesia entera, especialmente después del concilio ecuménico Vaticano II, como en la opinión pública mundial se ha abierto camino una más atenta, digamos más celosa, sensibilidad sobre la preeminencia de los valores secamente espirituales, una exigencia de verdad, orden y realismo respecto a lo eficaz, funcional y lógico, frente a lo que es solo

Muerto el patriciado, parecía que la modernidad había llegado por fin al Vaticano. Y el papa trataba de explicarlo motu proprio: "Nuestra antigua y benemérita Corte -que ahora será designada únicamente con su original y noble apelativo de Casa Pontificia- seguirá resplandeciendo en su prestigio auténtico, comprendiendo a eclesiásticos y laicos que, además de su particular competencia y autoridad, se distingan por sus señalados servicios en el campo del apostolado, de la cultura, de la ciencia, de las distintas profesiones, por el bien de las almas y la gloria del nombre del Señor".

Que se sepa, los Gentilhombres de su Santidad no cobran del Vaticano, aunque a veces trabajan dando pompa a los ritos. Visten de negro riguroso y llevan la pechera del frac forrada de medallas. Altivos, huidizos y misteriosos, forman parte del club más exclusivo del mundo y tienen el rango más alto al que un laico puede aspirar en el Vaticano.

Hoy, la labor secreta de esta nueva nobleza negra es muy estimada en San Pedro. Su "competencia y autoridad" y sus "señalados servicios" suponen beneméritas acciones para la Santa Sede. En algunos casos, se diría que el requisito básico para entrar en el club es ayudar a engordar las arcas del Estado pontificio, el paraíso fiscal más rico, mejor decorado y más visitado del mundo.

Algunos gentilhombres son verdaderos prodigios de las finanzas. Tomemos a Herbert Batliner, por ejemplo. Nacido en 1928 en Liechtenstein, está considerado por la policía alemana uno de los mayores expertos en crear sociedades fiscalmente opacas, un gran especialista en lavar dinero negro. Batliner es uno de los banqueros que mueven en la sombra las finanzas vaticanas. El presidente de la Fundación Peter Kaiser lleva décadas trabajando en silencio por el bien de la Europa cristiana. Al menos desde 1970. Fue nombrado gentilhombre por Juan Pablo II en 1998, y lo sigue siendo todavía.



El cardenal Crescenzio Sepe, investigado por presunta corrupción, a su salida de una iglesia napolitana el 20 de junio de 2010

En el año 2000, según ha revelado un reciente reportaje de La Repubblica, un empleado del estudio de Batliner entregó a la Fiscalía de Bochum (Alemania) un CD lleno de datos secretos. En ese momento fue calificado como el rey de los evasores fiscales en un informe del servicio secreto alemán, que definió el "sistema Batliner" como un mecanismo que durante años había sustraído al fisco al menos 250 millones de euros.

A pesar de lo anterior, el 9 de septiembre de 2006, Batliner se encontró con el Papa Joseph Ratzinger en Ratisbona. Batliner llegó hasta allí para donar en persona a la iglesia local un órgano valorado en 730.000 euros. Sobre él pesaba una orden de busca y captura de la policía alemana. Pero logró entrar en el país gracias a los buenos oficios de la diplomacia vaticana. Y no fue detenido. Apenas un año después, en el verano de 2007, Batliner admitió sus culpas y pactó con el Estado alemán, aceptando pagar una multa de dos millones de euros. Cinco años antes, la Corte Suprema de Liechtenstein confirmó en una sentencia que Batliner ya era en 1990 el fiduciario del ecuatoriano Hugo Reyes Torres, señalado como jefe mafioso de la droga, que mientras tanto fue condenado.

Mientras Ratzinger predica en sus homilías y encíclicas la ética de la economía y clama contra los especuladores y "los sacerdotes que tratan de hacer carrera para enriquecerse", algunos miembros de este club de caballeros parecen llevarle la contraria.

No todos, claro. En el club laico papal figuran 147 notables. Aunque el título es vitalicio, el Papa puede revocarlo cuando lo considere oportuno. A Batliner no lo ha echado todavía. Pero a Angelo Balducci, sí.

Balducci es un ingeniero que durante 25 años se encargó de ejecutar las obras públicas en la región del Lazio, donde se hallan Roma y el Vaticano. De ahí pasó al Gobierno central como responsable del Consejo Superior de Obras Públicas. Tras una vida dedicada a mejorar las infraestructuras italianas y vaticanas, Balducci, de 62 años, vive ahora en la cárcel romana de Regina Coeli.

Desde febrero, Balducci es el principal imputado en el escándalo de corrupción de la todopoderosa Protección Civil italiana, que de momento tiene a más de 50 personas imputadas o bajo investigación. Desde 2001 hasta ahora, el superministerio que depende de la Presidencia del Gobierno ha gastado fondos públicos por valor de 13.000 millones de euros, según el último informe de la Autoridad para la Vigilancia de los Contratos Públicos.

El dinero era gestionado por el jefe de la Protección Civil, el secretario de Estado Guido Bertolaso, también acusado de corrupción, y por el ejecutor de las obras, Balducci, gracias a una argucia autorizada por el primer ministro, Silvio Berlusconi, para superar la maldita burocracia y afrontar las emergencias con más rapidez: la licitación de contratas públicas se hacía sin concurso, a dedo, derogando los procedimientos ordinarios.

Ese trato especial creó un monstruo de mil cabezas. La Protección Civil de Berlusconi no solo se encarga de las calamidades. También organiza pruebas deportivas como el Mundial de natación, cumbres internacionales como la del G-8, restauraciones de museos y teatros, y todo tipo de actividades religiosas.

La investigación de los fiscales de Perugia vinculó desde el principio a la Iglesia católica con la trama corrupta. Descubrió, por ejemplo, que el cura Evaldo Biasini, de 83 años, gerente de la Congregación de los Misioneros de la Preciosísima Sangre de Jesús, guardaba grandes cantidades de dinero en efectivo para el constructor Diego Anemone, a quien los fiscales acusan de haber recibido numerosas contratas de la Protección Civil a cambio de comisiones, regalos y favores de toda condición, desde masajes en su club deportivo hasta reformas de pisos. Desde aquel día, el anciano Don Evaldo ha pasado a ser conocido como "Don Bancomat" (don cajero automático).

El "sistema gelatinoso", como lo definieron los fiscales en su escrito de acusación, "toca nombres de gran espesor institucional" y se expande por diferentes vías pías. La lista de eventos católicos organizados por la Protección Civil y pagados en estos años por el contribuyente italiano es larga, desde la Gira por Italia del Papa en el Año Paulino hasta las exequias de Juan Pablo II o las canonizaciones del Padre Pío y de San Josemaría Escrivá.

Balducci fue nombrado gentilhombre por el Papa Wojtyla en 1995. Quince años después ha caído en desgracia y el Vaticano se ha visto obligado a cancelar su nombre del Anuario Pontificio. Pero su pecado, irónicamente, no fue robar. Balducci solo fue tachado de la lista cuando se hizo público que recurría a menudo a un tenor africano de la coral suplente de San Pedro para que le organizara citas con jóvenes seminaristas y sin papeles. Las escuchas telefónicas interceptadas al corista y el gentilhombre eran de este estilo: "Tengo un bailarín de la RAI". "Tengo un negro...".

Como Balducci, los caballeros papales destacan por sus contactos, su poderío y su patrimonio. En el índice abundan los banqueros, empresarios, príncipes, políticos y diplomáticos. Italia encabeza de largo la lista, con 114 gentiluomini. Les siguen, con siete, Estados Unidos, y con cinco, Austria y España.

Pocos meses después de llegar al trono en 2005, Benedicto XVI nombró sus primeros siete gentilhombres. Aunque la doctrina y la teología son los asuntos favoritos del Papa alemán, también le preocupa la eficacia organizativa. En esa primera lista apareció el personaje central de las peligrosas amistades Iglesia-Estado. Se trata del periodista y político Gianni Letta, de 75 años, secretario de Estado de Presidencia del Gobierno y número dos de facto del Ejecutivo de Berlusconi en 1994, 2001 y 2008, mentor y protector de Guido Bertolaso, heredero del estilo y el arte para la fontanería política de Giulio Andreotti.

Curiosamente, el poderoso Letta se convirtió en gentilhombre muchos años más tarde que el anónimo técnico Balducci. Ex forense, ex director de Il Tempo y ex periodista de Mediaset, vicepresidente de Fininvest Comunicaciones, supervisor de los servicios secretos y consejero externo de Goldman Sachs para inversiones en Italia, Letta es quizá el único berlusconiano que adora negociar. Se lleva bien con todos, y se comenta que es el único político italiano capaz de contentar a la masonería y al Opus Dei. Es el gran mediador, el hombre que levanta el teléfono cuando hay problemas.

Y su referente en la Curia es Ratzinger. "Bajo su apariencia de hombre religioso, la factura que pasa Letta al Vaticano es la más discreta, pero también la más cara", afirma el sacerdote y vaticanista Filippo di Giacomo. "El doctor Letta tiene tanto poder que se permite nombrar obispos a su conveniencia, como hizo hace unos meses en L'Aquila al promover a su amigo Giovanni d'Ercole".

En el plano familiar, Letta no está solo. Su sobrino Enrico es un alto dirigente católico del Partido Demócrata. Su hija Marina está casada con el restaurador Ottaviani: suyo es el monopolio de los caterings de la Protección Civil. Hasta ahora, el nombre de Letta solo ha aparecido de forma colateral en las 410.000 llamadas telefónicas que los fiscales tienen depositadas en Perugia. Aunque en noviembre de 2008 fue imputado por abuso de poder y estafa en un asunto que parece distinto pero no lo es tanto: supuestamente, medió a favor de una cooperativa del movimiento Comunión y Liberación para la contrata de un centro de asistencia para inmigrantes.

Cuando se destapó el caso de la Protección Civil, el Papa dedicó a Letta un "pensamiento especial" durante un discurso público. Cosa infrecuente, que significa: es un amigo. ¿Cómo se explica esa condescendencia en un Papa tan estricto? Según el filósofo Paolo Flores d'Arcais, el problema de Ratzinger es que está atrapado en un dilema existencial e histórico. "Estoy convencido de que su voluntad de limpiar la Iglesia de los dos pecados capitales, sexo y dinero, es seria", dice el director de la revista Micromega. "Su línea es la del concilio de Trento: dogmatismo a ultranza y ataque a los comportamientos inmorales. Quiere acabar con los curas pederastas y los prelados corruptos. Pero hacerlo supone un imposible: sentar en el banquillo a Wojtyla. Y eso no es tan fácil como pedir perdón por la condena a Galileo. Supondría reconocer que su antecesor encubrió a Paul Marcinkus (presidente del Banco vaticano IOR entre 1971 y 1989) y a Marcial Maciel (dirigente de los Legionarios de Cristo). Limpiar de verdad le obligaría a sacar a la luz porquería a granel y a despedir a media curia. Pero si no lo hace, la Iglesia seguirá perdiendo credibilidad. Ese es su dilema".

Letta es el perno de la alianza de Berlusconi con el cardenal Camillo Ruini, ex jefe de la Conferencia Episcopal Italiana y creador del proyecto cultural que ayudó a arrebatar a la izquierda la hegemonía intelectual e informativa en Italia. Cuando la Democracia Cristiana desapareció en 1993 bajo el seísmo de Tangentópolis (el escándalo de las comisiones de los partidos), sus componentes se repartieron entre Forza Italia y la católica Margarita del centro-izquierda. Luego, el católico Romano Prodi nombró a Guido Bertolaso jefe de la Protección Civil en 1996. Y el católico Francesco Rutelli, ex alcalde de Roma, puso a trabajar juntos a Balducci y a Bertolaso en el Año Santo del Jubileo.

Allí nació el sistema gelatinoso. El cardenal Crescenzio Sepe, que acaba de ser imputado por corrupción, era el secretario general del comité organizador jubilar. El Año Santo fue una mayonesa de negocios, obras, subvenciones, regalos, silencios y favores que ligó a altos funcionarios públicos con la curia del Opus Dei y los Legionarios de Cristo.

Protegido de Wojtyla, Sepe, ahora arzobispo de Nápoles, fue entre 2001 y 2006 el responsable de Propaganda Fide, hoy llamada Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Es el ministerio vaticano que se encarga de financiar las misiones y de gestionar el patrimonio inmobiliario vaticano. Y su asesor principal era Angelo Balducci.

La acusación sostiene que el cardenal Sepe concedió gratis uno de los 2.000 apartamentos que Propaganda Fide posee en Roma al jefe de la Protección Civil, Guido Bertolaso. Y que además vendió en 2004 un lujoso palacete romano a precio de ganga (entre tres y cuatro millones de euros, cuando valía nueve o diez) al entonces ministro de Infraestructuras, Pietro Lunardi, también acusado formalmente por esa operación. La hipótesis de los fiscales es que, a cambio, Lunardi financió con dinero estatal de la sociedad Arcus obras millonarias de Propaganda Fide que nunca fueron realizadas.

El cardenal se ha defendido acusando a sus superiores: "La Administración vaticana aprobó todas las operaciones", ha dicho. E insiste en considerarse un mártir: "Trabajé siempre con transparencia y por el bien de la Iglesia, una Iglesia siempre perseguida". Según Sepe, fue Francesco Silvano, otro de sus asesores en Propaganda Fide, miembro de Comunión y Liberación y actual ecónomo del arzobispado de Nápoles, quien le recomendó prestar y malvender las propiedades.

La investigación ha revelado que los pisos son el principal objeto de intercambio de favores entre Italia y el Vaticano. Jefes de los servicios secretos, de la Policía Fiscal, de los Carabineros, magistrados, políticos, empresarios y el propio Bruno Vespa, el periodista favorito de Berlusconi y de Wojtyla, viven o han vivido en apartamentos de Propaganda Fide.

El cardenal Sepe fue apartado de Propaganda Fide por Benedicto XVI, en lo que hoy parece un intento de alejar a la curia italiana, y a Comunión y Liberación, de la gestión inmobiliaria. Tras cinco años de papado, es un secreto a voces que Ratzinger no se fía de su curia, si exceptuamos un pequeño puñado de fieles. Aunque ha ido relevando al núcleo duro de Wojtyla, el Gobierno vaticano sigue en manos de grupos como el Opus Dei -sus portavoces se empeñan en negarlo-, la citada Comunión y Liberación y los Legionarios de Cristo, aunque hoy esté a punto de desaparecer como movimiento carismático para pagar por los delitos de su fundador.

Los movimientos eclesiales han ganado peso en el Vaticano desde el último concilio. En apariencia solidarios, luchan por el control de los mejores puestos y negocios, y en la refriega olvidan lo que haga falta del Evangelio y se dedican a un ajuste de cuentas permanente, mientras los creyentes asisten atónitos al espectáculo.

Los laicos eclesiales controlan amplios sectores de la política, la información, la empresa, la caridad, la educación, la sanidad y la magistratura. En Roma ejercen una influencia cada vez mayor, en estrecha y democrática connivencia con el centro-derecha ateo-devoto, pero también con la lánguida oposición del Partido Democrático y la curia de los buenos y felices tiempos del Papa viajero.

La fragilidad de las órdenes religiosas, castigadas por la escasez de vocaciones, ha favorecido la sofocante presencia de los laicos. "En 1998, Ratzinger alentó la integración laica durante un congreso organizado por Wojtyla", recuerda Paolo Ciani, miembro de la Comunidad de San Egidio, un movimiento eclesial que cuenta con 50.000 voluntarios repartidos por el mundo y solo 25 empleados. "Ratzinger releyó la experiencia de las órdenes religiosas y monásticas junto a la de los movimientos eclesiales, y reconoció a estas, con su dinamismo y competencia, un papel en la Iglesia. El mensaje era que para sobrevivir había que fiarse del rebaño fiel".

Hoy, la Curia romana es una ingobernable y anquilosada maquinaria que cuesta anualmente al Vaticano 102,5 millones de euros. La estructura depende de la Secretaría de Estado, una suerte de consejo de administración con un presidente (el secretario de Estado) y un director general (el sustituto), las dos únicas personas que tienen acceso directo al despacho del Papa. En el Vaticano trabajan 2.748 personas. De ellas, 778 son eclesiásticos, frente a 333 religiosos y 1.637 laicos (de estos, 425 son mujeres).

Los laicos han tomado el poder cooptando a obispos y cardenales menos cristianos de lo que se supone. "La nulidad de la curia se debe a su falta de formación y a su exceso de italianidad", explica el sacerdote y canonista Filippo di Giacomo. "De las diócesis llega el personal con cuentagotas porque a los obispos les cuesta enviar a sus mejores hombres. Las órdenes, antes cantera privilegiada de inteligencia y talento, tienen cada vez menos materia gris a la que recurrir. Los buenos llegan a obispos, y a la curia solo llega lo peor de cada familia".

Así ha nacido un sistema de poder mixto que confunde lo laico y lo religioso, la Iglesia y el Estado, Italia y el Vaticano, la curia con la élite civil. El sistema se basa en un enorme poder económico, sensación de impunidad, gusto por la omertà y el encubrimiento y la capacidad de infiltración.

La ambición de ese sistema es lograr la fusión fría entre Italia y el Vaticano. En sus esquemas mentales, esta nueva curia negociante y carnal no visualiza dos Estados, sino un único país que se podría llamar, abreviando, Vaticalia. " ¡Imposible fiarse de truhanes que usan a Dios para colmar su atrofiada vanidad!", dice el cura genovés Paolo Farinella.

La gran caja fuerte laica del momento se llama Comunión y Liberación (CL). Nacida en 1954 y denominada así desde 1969, está presente en 70 países; en Italia controla empresas, medios de información, diócesis, colegios, universidades, hospitales privados y públicos, e incluso un holding de cooperativas sociales, Auxilium, que gestiona varios centros de identificación y expulsión de inmigrantes para el Ministerio del Interior.

"Desde hace 20 años, CL es el brazo clerical de la ultraderecha milanesa", explica Di Giacomo. "Su estrategia es cultural y política. Sus curas pueblan los seminarios lombardos; sus prelados se movilizan lo que haga falta". Afirma también que sus jefes ideológicos dictan la ley en diferentes periódicos y que su presencia es constante en televisiones y radios: "Mandan a derecha e izquierda".

Roberto Formigoni es desde hace 15 años presidente de Lombardía, la región italiana con la renta más alta de Europa junto con la de París-Ile de France. Pertenece de pleno derecho, y no lo oculta, a Comunión y Liberación. Eso podría permitirle incluso aspirar a suceder a Berlusconi. En los últimos meses, el gobernador ha repartido entre los hombres de CL, más conocida como I cielini (los cielitos), los puestos fundamentales de la organización de la Expo de Milán 2015. Un paraíso de contratos públicos, privados y mixtos en el que la magistratura ha detectado ya la penetración de las mafias.

Casi cada día salen a la luz nuevas amistades peligrosas. Hace unas semanas, los jueces enviaron una comisión rogatoria al Vaticano porque sospechan que el tesoro oculto de la cricca (la banda) gelatinosa puede estar depositado en el IOR (Instituto para las Obras Religiosas). Y esta semana han reclamado por vía oficial los documentos de Propaganda Fide, la inmobiliaria de la Santa Sede.

Aunque el trabajo de los fiscales es exhaustivo, en Vaticalia se sabe que no lo tendrán fácil para apurar la verdad. El Vaticano sigue siendo un paraíso fiscal, el concordato le concede amplias cuotas de inmunidad y las cuentas secretas que prosperan a la sombra del IOR, la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), la vieja Propaganda Fide y un largo número de sociedades participadas son el secreto mejor custodiado.

Pese a las apelaciones a la limpieza de Raztinger, las cosas no parecen haber cambiado mucho. Aquí los misterios se resuelven con tiempo. Con mucho tiempo. Balducci es de momento el gran chivo expiatorio. Durante 15 años, nadie vio nada ni sospechó nada: era un gentilhombre y las campanas tocaban a omertà. Hoy se habla de él, pero pronto todo volverá a su ser y la gelatina seguirá extendiéndose. A día de hoy, junio de 2010, los italianos todavía no tienen una ley de parejas de hecho; los inmigrantes sin papeles son considerados delincuentes y no se respeta el derecho de asilo; los homosexuales son agredidos cada día por la calle, y las mujeres que quieren someterse a inseminación artificial deben emigrar.



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http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Vaticalia/elpepusocdmg/20100627elpdmgrep_1/Tes#

jueves, 24 de junio de 2010

RAZA Y CULTURA


Introducción

Tendiendo en cuenta que el tiempo que requiere una investigación es bastante amplio para poder indagar los fenómenos que permiten completar la misma y sobre todo si hablamos de conceptos muy abstractos y retorcidos, difícilmente de explicar con pocos términos, como es el concepto de raza. Y según lo anterior, quiero aclarar que el término de “investigación” que utilizo en el título hace referencia a la elaboración de un escrito en el que recojo las diferentes posturas que he podido localizar y estudiar sobre este complejo concepto. Las aportaciones de los conocimientos personales que a lo largo de mis estudios he ido desarrollando son tan importantes como las fuentes que ayudan a aclarar y establecer un guión para desarrollar este trabajo. Una vez aclarado esto, quiero hacer constar que este estudio queda alejado de los intereses ideológicos que puedan conllevar a la persuasión e invito a la contraposición para ampliar la visión a la hora de concluir, pero también quiero asegurar que la objetividad reinará a lo largo del trabajo para evitar inclinaciones relativistas innecesarias y confusas.


 
I. Problemas de objetividad

Los conceptos son los que unen a millones de seres humanos y por los cuales se crean enlaces, lazos, y valores. Si no caemos en el abismo del relativismo, podemos afirmar que existen ciertos conceptos universales por los cuales las distintas entidades en nuestro planeta pueden tener conexiones y compartir ciertas ideas para el interés mutuo. El concepto del Bien, por ejemplo, no podemos afirmarlo desde más de un punto de vista, porque sería un error considerar que cualquier ser humano no quiera para sí mismo el bien. Las interpretaciones no significan ni definen, simplemente maquillan las realidades para alcanzar objetivos materiales en cuánto se haga desde el individualismo. Las palabras gobiernan a los hombres en mundos subjetivos, crean incluso destrucción de la Historia y de la esencia del ser humano por su mal uso.


II. El refugio del egoísmo

Al igual, el concepto de raza, sin esquivar la objetividad, desde ninguna postura ideológica, ni tampoco con aportaciones personales, se debe definir en caso de que exista como tal y sea una realidad compartida universalmente. Las trampas ideológicas han causado graves crímenes inhumanos por los errores que se cometen al definir el concepto de raza y su uso para el bien personal, aprovechando la difícil fagocitación de la superioridad de entidades sobre otras.

Estas entidades incluyen en su estructura ciertos elementos de diferenciación que permiten que un grupo subordine a otro, y para ello se utilizan muchos métodos de especialización en la especie humana, unos se inclinan por la historia, otros por la cultura y hasta hoy el método más llamativo es el uso de la ciencia para explicar el comportamiento del ser humano y sus características para englobarlo en grupos claramente diferenciados, esto es a lo que denominamos la bioantropología.


III. Caminos hacia el racismo: Ciencia y Política.


La ciencia es el método de mayor importancia por el uso de la razón en sus trabajos, pero esto no quiere decir que no comete errores en su campo de trabajo. Quizás la falta de términos causa este problema y es que la falacia científica consiste en suponer un estrato biológico profundo que determine físicamente no sólo el aspecto externo, sino también imaginadas cualidades mentales y morales de las distintas razas. Estamos de acuerdo en que suponer deja de ser un método que use la razón para la afirmación de sus juicios. Este grave error que Darwin fue

incapaz de escaparse junto a la política del siglo XIX y XX fue el germen de la falacia racista. Esto está recogido en el discurso particular de Abraham Lincoln que corresponde a sus debates con Douglas (1858). Citado por Stefhen Jay en sus libro La falsa medida del hombre, cuya traducción española de Ricardo Pochtar, Barcelona 1984, pág. 18. Y dice lo siguiente:


“Existe una diferencia física entre las razas blanca y negra que, en mi opinión, impedirá siempre que ambas convivan en condiciones de igualdad social y política. Y en la medida en que no pueden vivir de esa manera, pero han de seguir juntas, una debe ocupar la posición superior y otra la inferior y yo, como cualquier otro hombre, prefiero que dicha posición sea asignada a la raza blanca”.

 
De este discurso podemos destacar dos características muy importantes: diferencia física y la posición superior. La primera como citaba se debe a estratificación biológica que se le escapa a la ciencia y crea un mito que sobrevive entre los ciudadanos de este planeta, y la última característica es el uso del concepto de superioridad y su posterior desarrollo de una jerarquía en la que el hombre blanco dominará al hombre negro. Esta superioridad que explicaremos más adelante es el disimulo moral del racismo que enmascara nuestro interés egoísta de sojuzgar al vecino.

Por tanto existe una mezcla de la falacia científica y la política que brinda la coartada responsabilidad a la naturaleza de nuestras crueldades a la naturaleza.



Hitler utilizó la misma justificación para cometer los crímenes nazis, también utilizaron el mismo argumento los europeos para la colonización, la esclavitud o el apartheid sudafricano.

Hoy en día es importante saber que los avances científicos han descartado que no haya evidencia empírica de que la distribución del patrimonio genético de los diversos grupos humanos no guarda ninguna correlación relevante con las particularidades externamente apreciables que llamamos raciales; por tanto no existe ningún fundamento científico que justifique el problema del racimo. Podríamos decir que el discurso, que a pesar de ser el héroe que luchó contra la esclavitud negra en Norteamérica, decae por su falso fundamento, hueco de razón científica.


Eliminado el mito de la superioridad biológica del hombre blanco sobre el negro de la mente de los ciudadanos, queda por resolver el problema de la superioridad científica y tecnológica de Occidente que convierte al saber en un monopolio de uso particular y discriminando al resto de los saberes de los demás pueblos.



1. Cultura

Claude Levi-Strauss, en uno de sus discursos sobre la raza citaba con un particular título; El lobo en el rebaño lo siguiente:

“Por necesario que sea preguntarse si la cultura es función de la raza, descubrimos que la raza es una de las funciones de la cultura”.

Después del fracaso de la antropología física y la genética para explicar la raza, se tiende a relacionar la biología con la cultura. Esta relación queda rechazada por el determinismo biológico y como decíamos, es una de las variantes del racismo. Visto que dentro de las mismas entidades sociales con las mismas características biológicas y físicas, existen varias culturas que se diferencian entre sí en muchos aspectos, concluimos que los caracteres biológicos y físicos son simples funciones dentro de la cultura.

Ahora bien, aquí es donde aparece el progreso, pero existe un problema con este concepto y es que es una moneda con dos caras, una de ellas es el progreso social y otra es el progreso biológico. Darwin rechazó, como la mayoría de los científicos de su época, la teoría de Lamarck, conocida por sus jirafas que sufrían cambios en su estructura fisiológica para adaptarse al mundo y poder sobrevivir. Pues Lamarck relacionaba estrechamente el progreso biológico al social. En cambio Darwin va más allá explicando este enigma recurriendo a la madre naturaleza, pues existe una selección natural que deja sobrevivir al más adaptado. En el siglo XVIII, cuna de la modernidad y el desarrollo de la noción de progreso, Voltaire y Rousseau, los iconos más rutilantes de la Ilustración francesa y faros supremos de la cultura también tuvieron el mismo problema con la explicación de progreso. Los dos tenían opiniones contrarias al respecto. Voltaire pensaba que la humanidad progresa de manera unilineal y acumulativa con el desarrollo de la ciencia y de las artes y que los salvajes y los ignorantes, que se mantenían al margen de este desarrollo, se aproximan más al ámbito de la naturaleza que al de la civilizada cultura. En lo que Voltaire llamaba civilización y progreso Rousseau sólo veía corrupción y decadencia, invocando en nombre de una actitud que hoy algunos llamarían ética ecologista, el <> de los Pueblos Salvajes, <> .

 
Se hace raro que un intelectual como lo es Voltaire utilice los concepto de salvaje e ignorante para excluir todo aquél que no aporte conocimiento y desarrollo a la sociedad en la que vive, pues se excusa de cualquier progreso común.

El Hombre tiende a guiarse por dos razones: la socialización y la aislación social o dicho de otra manera, a nivel exterior se muestra como una parte de un órgano necesario para su supervivencia y se muestra entonces el egoísmo positivo que le conduce a formar parte de esta estructura bien clara en la que se refugia como una pequeña presa asustada del depredador, el ambiente que le rodea le obliga a asumir que debe disponer de un cuidado colectivo y de una alimentación necesaria para que su cuerpo se mantenga firme, pues no es más que un hombre débil frente a la superpotencia de la naturaleza que le guía en cada momento y cada espacio para que actúe y luche con la intención de conseguir su objetivo, la supervivencia.

Otro rasgo muy importante es lo que citábamos anteriormente, el ser humano tiende a aislarse de la sociedad para comunicarse consigo mismo y proponerse sus ideas, es como una lucha interna que trata de expresar de manera que existe un ansia dentro de él que le implica que tenga un comportamiento determinado frente a otros individuos, esta separación natural se hace dentro de la esfera opaca semiconductora, desde la cual tiende a tener una visión distorsionada del exterior y educa sus reflejos para reaccionar ante esta realidad. Entendemos por reflejos, las formas que el individuo percibe de la realidad y que traduce su entendimiento, así pues dependiendo del ambiente en el que viva, percibirá las formas necesarias que su condición le obliga para su integración.

Whitehead ofreció la siguiente máxima a las ciencias naturales “Busca la simplicidad y desconfía de ella”, a las ciencias sociales podría haberles dicho “Busca la complejidad y ordénala”.

Durante la Ilustración, se percibía a la cultura como un concepto demoledor de la naturaleza humana, que se imaginaba con la naturaleza en su unidad. La naturaleza varía pues, como el universo de Newton. Visto que la naturaleza sufre cambios y que ésta obliga a que el ser humano cambie en conjunto, pues no es más que una parte de la misma.

Citando a Lovejoy que afirmaba: “todo aquello cuya inteligibilidad, verificabilidad o afirmación real esté a hombre de una edad especial, de una raza especial, de un determinado temperamento, tradición o cuya condición carece de verdad o de valor, en todo caso, no tiene importancia para un hombre razonable”.

Las diferencias entre los hombres no tienen ningún valor importante para definir al hombre en su naturaleza, porque se trata de meras condiciones adictivas a la significación natural del ser humano.

Las circunstancias de un lugar y de un tiempo determinado son las que marcan al ser humano para que tenga determinadas costumbre repetitivas y que permanecen en el árbol genealógico de las familias que viven estas marcaciones, de aquí nace el concepto de cultura que conduce al hombre a adherirse a la naturaleza y estudiar sus realidades, no existen hombres sin cultura y tampoco existirán, tampoco podrían hacerlo sin la naturaleza. Los actores sin escenario y sin un papel dejan de seres actores y pierden su esencia y su función, pero también desaparece el teatro, pues no existen los elementos necesarios que lo componen. Por tanto, la naturaleza humana está arraigada necesariamente a unas circunstancias que se reúnen en la cultura y viceversa.

Tras las concepciones de la Ilustración de percibir al hombre como un ente natural, en los siglos XIX y XX el hombre pasó a ser un animal cultural que se manifestaba en sus costumbres. Pues pasó de ser el homo natural a ser el homo cultural.



Existen mil maneras de vivir y están programadas por los códigos de la sociedad cultural, sean cualesquiera que sean estos códigos, el ser humano es el homo pensante que funciona dentro de lo social y público. El hombre necesita de éstos significantes códigos para orientarse por el mundo que se reúnen en estructuras culturales.

Claude Levi Strauss afirma que una sociedad determinada “jamás se reduce a su estructura, o mejor dicho a sus estructuras” , la sociedad no tiene una única estructura, sino que está compuesta por varias que con las formas de la sociabilidad, los grupos, y los matices de la vida colectiva forman el ser individual de las sociedades, ese ser social y a su vez íntimo.

Tomamos como partida la revolución filosófica de Kant, que individualiza un número de “constricciones” de cada uno y los aplica a una sociedad completa, para extraer las similitudes de una especie o grupo determinado, pues es un denominador común. Esto construye la cultura común o mejor dicho, las condiciones comunes que integran sus códigos de forma implícita.

Las estructuras son el conjunto de normas o leyes que explican las formas del ámbito social donde se establecen las relaciones entre cada elemento que compone los grupos. Cada elemento es diferente al igual que los grupos, que están interrelacionados y evolucionan simultáneamente.
Marx y Freud advertían, “el hombre no tiene más condición que la de establecerse en el punto de vista del sentido…” Es erróneo posicionar al hombre en una condición histórica y hacer la separación entre el ser humano en grupos: primitivos y civilizados. Este sentido no significa que se realicen separaciones desde el interior de un grupo proyectado hacia su exterior. Pensadores de la Ilustración han separado a los hombres y han establecido posiciones o rangos.

Para estar dentro de las estructuras es necesario compartir los elementos que habíamos mencionado anteriormente. Es inútil tratar de encontrar el sentido real en esta división y apuntar a los códigos o normas de grupos dentro de sus ámbitos o mejor dicho a sus culturas para definirles.



Este artículo es el capítulo II  Cultura y raza, dos conceptos en la antropología.  "Raza: ciencia, cultura y religión"


Fath El Hamzaoui